Las rabietas y los conflictos





Antes de nada, debemos recordar que los niños son pura emoción, por tanto, denominamos rabieta a una explosión o pérdida del control de las emociones que como bien sabemos, no sólo se dan en la infancia. 


El primer paso para abordarlas es entender que, ante cualquier situación de descontrol, el niño nos necesita, por lo que debemos actuar de manera calmada, con firmeza y amor.  ¿Por qué debemos hacerlo así? De nada sirve gritar, sermonear, ni hacer razonar a un niño en ese estado ya que su cerebro primitivo ha tomado el control. 


Como estarás comprobando, lo que debemos trabajar es NUESTRA frustración, enfado y en sí las emociones; esto es principal ya que les transmitimos todo y será clave para que las rabietas sucedan con menos frecuencia e intensidad. 

La temida rabieta puede ser una de las experiencias más desagradables de la paternidad. Ya sea en público o en privado, puede convertir al instante en el ser más desagradable y repulsivo del planeta a la persona que es dueña de nuestro corazón y que mueve montañas con una hermosa sonrisa. Daniel Siegel (El Cerebro del niño)

Sí, se lo que estás pensando, la teoría es muy bonita pero cuando tu hijo esta en el suelo llorando y pataleando porque quiere que le compres chucherías a las dos de la tarde, y no atiende a razones ¿Qué puedo hacer? 

Pues bien, aunque no lo creas es posible hacerlo sin gritos, ni amenazas; aquí van unos tips para gestionarlas de manera respetuosa: 

-Mantener el tono de voz: transmite calma y tranquilidad, no enfado. 

-Valida sus emociones y empatiza: poner palabras a lo que le pasa le ayuda a sentirse comprendido y acompañado (si lo haces a su altura y mirándole a los ojos, se calmará aun más)
“Veo que tienes mucha hambre, vamos a casa y esta tarde hacemos palomitas juntos”  

-Respeta su espacio y tiempo: si quiere estar sólo respétalo, pero hazle saber que estarás ahí cuando lo necesite.  

-Cambia la energía: este es muy útil con niños los más pequeños, saca tu lado mas creativo, redirige y conecta usando la música, el humor, el factor sorpresa o lo que se te ocurra para permitir que el niño recupere su cerebro racional. 

-Ayúdale a canalizar su rabia: una vez sientas esa conexión, podemos darle la oportunidad al niño de expresar sus sentimientos dibujando, corriendo, golpeando un cojín…
“¿Te apetece poner nombre a tu emoción y la pintas en un dibujo?”      
“Si necesitas golpear, puedes golpear este cojín” 

Aun así, existen muchos tipos de rabietas y de todas ellas hay algo que aprender:

 -  Las que podemos prevenir: están sobre todo relacionadas con el hambre, el sueño, la autonomía, el juego. La idea es que poco a poco las identifiques y les pongas remedio, por ejemplo:
  • Creando un ambiente preparado donde puedan moverse libremente sin tener que hacer muchas prohibiciones. 
  • Siguiendo unas rutinas en los momentos de sueño y comida. También llevando en el bolso algo de comida como tentempié. 
  • Dando 2 opciones para que sienta que es dueño de sus decisiones. “¿Prefieres bañarte antes o después de comer?”     
- Las que no podemos evitar: este tipo son las rabietas que, aunque podamos prevenirlas no queremos por los siguientes motivos:
  • Salud: bañarse, lavarse los dientes, comer sano, desenredarse el pelo, etc.    
  •  Seguridad: cruzar de la mano, ponerse el cinturón en el coche, coger un cuchillo, etc.
  • Normas y límites: ya hablaremos de ello más detenidamente, pero se trata de las restricciones que tenemos en casa, por ejemplo, no saltar en la cama, no comer en las habitaciones, etc.
- Las imposibles de prevenir: son aquellas en las que se produce una desconexión de los hemisferios cerebrales. A veces se producen por la inmadurez emocional del niño o por una acumulación de frustración de rabietas y necesidades que no había manifestado antes. Estas últimas son las más difíciles de abordar.
Lo más importante es que cuando un niño muestre que no se siente bien, ya sea llorando, o pegando, cuándo sintamos que nos está retando o chantajeando, pensemos ¿qué hay detrás?

“A menudo el mal comportamiento que VES es la solución del niño a un problema que NO VES.” (Muñoz, 2018, p. 94.) 

-          BIBLIOGRAFÍA
Muñoz, B.M. (2018). Montessorízate. Criar siguiendo los principios Montessori. 
Barcelona: Grijalbo.
Prada, M. (2019). Educar en la felicidad. Montessori en el hogar, de la teoría a la práctica. Madrid: Oberon.
Siegel, D. J & Payne, T. (2018). El cerebro del niño. Barcelona: Alba

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